Título original
Macario

Año
1960

Duración
91 min.

País
México

Dirección
Roberto Gavaldón

Guión
Roberto Gavaldón, Emilio Carballido (Historia: Bruno Traven)

Música
Raúl Lavista

Fotografía
Gabriel Figueroa (B&W)

Reparto
Ignacio López Tarso, Pina Pellicer, Enrique Lucero, Mario Alberto Rodríguez, José Gálvez, José Luis Jiménez

Productora
Clasa Films Mundiales

Género
Drama. Fantástico | Pobreza. Drama social

Sinopsis: Macario, un aldeano sumamente pobre que tiene esposa y varios hijos, se dedica a vender leña en el pueblo. Harto de una vida de privaciones y apuros, manifiesta que su mayor anhelo es poder comerse él solo un pavo, sin tener que compartirlo con nadie. Su esposa, confidente de tan profundo deseo, un día roba uno de la granja de una familia rica. Cuando Macario se dispone a comérselo, Dios, el Diablo y la Muerte se le aparecen para pedirle que lo comparta.

Premios
1960: Nominada al Oscar: Mejor película de habla no inglesa
1960: Festival de Cannes: Nominada a la Palma de Oro (mejor película)

Críticas
"Su majestuosidad ha traspasado tiempo y espacio"
Diario El Universal
"Su encanto reside en la alegría con la que pasa de ser una historia solemne y triste sobre la miseria y la futilidad a una comedia animada, sazonada con observaciones ingeniosas, que a su vez se vuelve una historia cómica de terror."
Bosley Crowther: The New York Times
"Combina realismo mágico y elementos del folclore del movimiento indianista de México logrando resultados que son a la vez cómicos y emotivos."
Andrea Gronvall: Chicago Reader



Macario (1959)
México Blanco y Negro
Lugar dentro de las 100 mejores películas del cine mexicano: 59

Una producción de:
CLASA Films Mundiales

Género:
Drama fantástico

Duración:
90 min.

Sonido:
Monoaural

Dirección:
Roberto Gavaldón

Asistente de Dirección:
Ignacio Villarreal; anotador: Manuel Alcayde

Producción:
Armando Orive Alba; productor ejecutivo: José Luis Celis; gerente de producción: Fernando Belina; jefe de producción: Alberto A. Ferrer

Guión:
Emilio Carballido y Roberto Gavaldón, sobre una historia de Bruno Traven basada en un cuento de los hermanos Grimm

Fotografía:
Gabriel Figueroa; operador de cámara: Manuel González; alumbrador: Daniel López; asistente: Pablo Ríos

Escenografía:
Manuel Fontanals

Vestuario:
Anita Jones

Maquillaje:
Armando Meyer

Peinados:
Bertha Chiu

Edición:
Gloria Schoemann; ayudantes: Rosa Schoemann y Sergio Ortega

Títulos:
Nicolás Rueda, Jr.

Sonido:
James L. Fields; grabación de diálogos: Jesús González Gancy; grabación de música y regrabación: Galdino Samperio; edición de sonido: Teódulo Bustos; efectos especiales: Juan Muñoz Ravelo

Música:
Raúl Lavista

Reparto:
Ignacio López Tarso.... Macario
Pina Pellicer....esposa de Macario
Enrique Lucero....la Muerte
Mario Alberto Rodríguez....don Ramiro
Enrique García Álvarez....inquisidor
Eduardo Fajardo....virrey
José Gálvez....el Diablo
Consuelo Frank....virreina
José Luis Jiménez....Dios
Wally Barrón....panadero
Sonia Infante....esposa de don Ramiro
Manuel Dondé....enviado de la Inquisición
Miguel Arenas....inquisidor
Luis Aceves Castañeda....verdugo
José Dupeyrón
Celia Tejeda
Manuel Noriega
Mario García González
Alicia del Lago
Pepe y sus marionetas


Sinopsis:
El campesino Macario vive obsesionado por su pobreza y por la idea de la muerte. Obstinado, decide aguantarse el hambre hasta no encontrar un guajolote que se pueda comer él solo. Su mujer roba uno y Macario sale al bosque a comérselo. Allí se niega a compartirlo con Dios y con el Diablo y sólo lo hace cuando se le aparece la Muerte. Agradecida, la Muerte entrega a Macario un agua curativa con la que el campesino comenzará a hacer milagros.


Comentario: Macario fue una de las películas mexicanas más célebres de su tiempo y la primera cinta de este país en ser nominada al Oscar de la Academia de Hollywood en la categoría de mejor película en lengua extranjera. Sin embargo, la crítica revisionista que surgió en México a principios de los años sesenta acusó a la película y a su director de un exceso de preciosismo y artificialidad. Estas apreciaciones condujeron a un prematuro desprestigio del cine de Roberto Gavaldón, quien una década atrás había sido uno de los directores más respetados de la industria fílmica mexicana.

Por algunos años, Macario fue considerada como una película hecha para satisfacer el gusto extranjero, triunfar en festivales y subrayar un nacionalismo anacrónico y nada moderno. Luego, en los años ochenta, Gavaldón fue revalorado y sus películas –Macario incluida- apreciadas por las mismas razones que anteriormente fueron criticadas.

En todo caso, las actuaciones de López Tarso y Pina Pellicer en Macario no pasaron desapercibidas y fueron apreciadas positivamente por los mismos críticos que denostaron la cinta:


Lástima de ver desaprovechados a Ignacio López Tarso, que por su figura y sobria actuación recuerda algo a Gary Cooper, y a la hermosa Pina Pellicer, cuya interpretación sería más interior si ese director formalista y vacío que es Gavaldón se lo permitiera.
José de la Colina, en García Riera, E. (1994). Historia documental del cine mexicano. Vol. 10: 1959-1960, México: Universidad de Guadalajara, pp. 105-106.

En Macario, destaca el tono que Pina Pellicer imprime a su actuación, el cual la aleja por completo del estereotipo de la mujer abnegada y sacrificada que era típico en el cine mexicano de la época. A diferencia de otros personajes femeninos semejantes -como la Paloma interpretada por Columba Domínguez en Pueblerina (1948) de Emilio Fernández, o la Soledad creada por Stella Inda para El rebozo de Soledad (1952) del propio Gavaldón- la mujer de Macario no se conforma con quedarse en la sombra y compartir en silencio el sufrimiento de su marido. Por el contrario, ella actúa y resuelve la frustración del hombre, robando un guajolote y cocinándolo sólo para él.

La Muerte, el otro gran personaje de Macario, es interpretada por Enrique Lucero con dosis iguales de sobriedad y sentido del humor, sin el acartonamiento que desafortunadamente es visible en el resto del cuadro de actores. La interpretación del actor fue tan acertada que, varias décadas después, seguía siendo recordada como una de las grandes actuaciones del cine mexicano.


Por su parte, los soberbios claroscuros fotografiados por Figueroa alcanzan en esta cinta niveles de belleza plástica tan sublimes, que han sido comparados por algunos críticos con la pintura de Rembrandt, Velázquez y Goya.

Aunque un tanto excesiva en su preciosismo folclorista, Macario sigue siendo una cinta sumamente disfrutable y se destaca como ejemplo del mejor cine industrial mexicano: de aquel que iniciaba su declive en la época en que Macario fue filmada.