En el análisis: ¿A quién sirve el premio?
Redacción
- Los llamados "revisteros" vendían publicidad a alcaldes; sin circulación real, usando el “círculo rojo” como coartada de influencia.
-La estrategia era simple: elogiar al alcalde, imprimir pocos ejemplares y cobrar del erario por una revista que nadie leía.
-En Celaya y Salvatierra se repite el patrón: justificar gestión con publicaciones sin presencia local ni consulta ciudadana.
-La portada del alcalde en revista nacional carece de ficha técnica, criterios claros y respaldo institucional colegiado.
-El “premio” recibido no tiene trazabilidad pública ni verificación metodológica, lo que genera sospechas de marketing político.
-El regidor Carlos Ruiz León pidió investigar si se usaron recursos públicos; el alcalde niega, pero sin pruebas documentales.
-Publicar encuestas en medios sin reputación debilita su función democrática y convierte la información en propaganda.
-La falta de pluralidad y debate en medios cerrados refuerza narrativas personalistas y erosiona la transparencia institucional.
-La cultura democrática exige rendición de cuentas, no reconocimientos gestionados desde intereses privados o simbólicos.
-Celaya merece logros verificables, no visibilidad comprada; el mérito debe ser colectivo, no una portada sin sustento técnico.
Hace muchos años, en el ámbito periodístico, la palabra “revistero” se refería a quien redactaba artículos para revistas impresas, especialmente en publicaciones culturales, políticas o literarias. Aunque había y sigue n existiendo revistas serias, había otras que se dedicaban a esquilmar a las administraciones municipales.
El dichoso "revistero", en el estado de Guanajuato, por lo regular mandaba imprimir unos pocos ejemplares. en algunos casos hasta 500, insuficientes para un alcance municipal o estatal. Podía hacer más revistas, dependiendo de costos, recuperación de la inversión y lugares donde quería colocar su ejemplar. La estrategia mercadotécnica para vender su publicidad -que es de lo que finalmente un medio de comunicación vive- era de varias maneras, pero la más conocida era venderle espacio a una administración municipal, en donde por lo regular su revista no circulaba, y donde convencía al alcalde de que le comprara porque la revista, si bien, no circulaba o circula entre la población, si aparece en el llamado "círculo rojo".
En el ambiente periodístico y político, el término “círculo rojo” se refiere a un grupo reducido de personas con alta influencia en la opinión pública y en la toma de decisiones. Dicho grupo alberga a políticos y asesores, figuras con acceso privilegiado a información y poder institucional; empresarios y líderes de opinión: actores que inciden en la agenda pública desde medios, cámaras o "laboratorio de ideas"; también en académicos y analistas: intelectuales orgánicos que participan en debates públicos y legitimación de discursos. Este concepto fue popularizado por Mauricio Macri en Argentina, pero en México ha sido adoptado para describir la dinámica de comunicación entre medios, poder político y audiencias estratégicas. Se trata de una especie de ecosistema cerrado, donde la información circula entre actores que se leen, se citan y se validan mutuamente.
Siguiendo con el tema de los "revisteros", en otros casos, estos solamente llegaban al lugar, tomaban fotos de determinado evento programado por el municipio, publicaban dos o tres textos a modo y -eso sí- lisonjeros al alcalde o a la administración, y pocos días después llegaban a la alcaldía con la factura en mano. El alcalde, ignorante en lo que era la publicidad de este tipo o por miedo a ese "medio", se veía a obligado pagar por algo que jamás había pedido. Por cierto, era obvio que el dinero no salía de su bolsillo, sino del erario municipal
Traemos el caso a colación porque esto lleva cierto aroma de semejanza con lo que está pasando en la promoción realizada en favor de los alcaldes de Celaya y Salvatierra, aunque se antoja que el hecho local va más de la mano con lo primero: tratar de justificar ante alguien que sí está trabajando la administración municipal, pero publicando los "resultados" en una revista que en Celaya no es de circulación o en una red social que no tiene fuerza local.
¿Qué hubiera sido lo ideal en caso de hacer algo en forma y transparente?
Publicar en medios de acceso abierto, con ficha técnica completa y posibilidad de consulta ciudadana lo que se dice que se hizo o hace en materia de administración y servicios al municipio; acompañar la difusión con foros de análisis, rendición de cuentas y comparativos históricos y evitar que la encuesta se convierta en un instrumento de marketing político sin sustento técnico ni legitimidad social.
Una encuesta para evaluar la gestión de un gobierno municipal debe cumplir criterios científicos y éticos. Algunos de ellos, como los del Instituto Nacional Electoral y lineamientos como los de ESOMAR/WAPOR, que son dos organizaciones internacionales clave en el ámbito de la investigación de mercados y opinión pública.
El proceso para esta encuesta incluiría la definición del universo a encuestar como lo son habitantes del municipio, preferentemente mayores de edad o contribuyentes activos. El muestreo probabilístico, el cual debe estar estratificado por zonas (rural/urbana), edad, género y nivel socioeconómico. Esto garantiza representatividad. Finalmente, el instrumento de recolección: Cuestionario estructurado, aplicado por vía telefónica, presencial o digital.
Así, y en base a datos científicos, el tamaño de muestra y margen de error se especifica en la ficha técnica. Ejemplo: 600 casos, ±3.5% de error, 95% de confianza.
También debe llevar una aplicación ética, es decir, sin inducción de respuestas, con consentimiento informado y anonimato garantizado. Finalmente, el procesamiento y análisis, la estadística descriptiva, segmentación por variables clave, y presentación clara de resultados. En el caso de Celaya, sólo bastaría revisar los comentarios de la población en las fanpage de Facebook que publicaron el artículo para poner en duda los mecanismos de la encuesta y en duda de que el alcalde se merezca un premio.
¿Qué tan válido es publicar los resultados en medios poco conocidos?
Desde el punto de vista de la comunicación pública, la validez de una encuesta no depende sólo de su metodología, sino también de dónde y cómo se difunde. Publicar resultados en una revista o medio de escasa circulación plantea varios problemas:
Se genera una baja trazabilidad, es decir, si el medio no tiene reputación ni acceso público, especialmente en el lugar donde se hizo la encuesta, los resultados no pueden ser verificados ni contrastados por terceros.
También hay un débil impacto ciudadano: La encuesta pierde fuerza como herramienta de retroalimentación si no llega a la población evaluada.
Esto puede llevar a la sospecha de manipulación simbólica; interpretarse como un intento de legitimar políticamente al gobierno sin someterse al escrutinio público.
La falta de pluralidad también se observa; si el medio no permite debate o contraste, se convierte en un canal de propaganda más que de información.
Según el análisis de Revista Mexicana de Opinión Pública, muchos medios usan encuestas para reforzar narrativas editoriales o posicionar figuras, más que para informar objetivamente. Esto debilita su función democrática.
El caso Celaya y el alcalde: Portada con costo simbólico: ¿mérito o marketing?
La reciente aparición del alcalde de Celaya, Juan Miguel Ramírez Sánchez, en la portada de la revista Alcaldes de México, acompañada del premio a las “Mejores Prácticas de Gobierno Local” en la categoría de Crecimiento Industrial, ha sido presentada como un logro institucional.
Sin embargo, el contexto local revela una narrativa más compleja, donde el mérito técnico se entrelaza con el marketing político, y la visibilidad pública se convierte en capital simbólico de alto costo. (https://celayanews.com/celaya/no-costo-al-erario-portada-y-premio-de-ramirez-sanchez-como-uno-de-los-mejores-alcaldes/ )
El artículo de la revista elogia la visión estratégica del alcalde y su papel en la consolidación de Celaya como Polo de Desarrollo del Bienestar. No obstante, no se detallan los criterios de evaluación, ni se explicita el proceso mediante el cual se seleccionó al municipio. La falta de transparencia ha generado inquietud entre ciudadanos y actores políticos, que cuestionan si este reconocimiento responde a una gestión efectiva o a una estrategia de posicionamiento personal.
El regidor Carlos Ruiz León ha solicitado formalmente una investigación para determinar si se utilizaron recursos públicos para financiar la portada y el premio. La respuesta del alcalde —“no costó al erario”— no ha sido acompañada de documentación oficial ni de informes presupuestales. Además, el hecho de que el Ayuntamiento no haya sido informado previamente vulnera el principio de colegialidad institucional, y refuerza la percepción de que el reconocimiento fue gestionado desde una lógica personalista.
La cultura democrática exige que los reconocimientos públicos sean transparentes, verificables y compartidos. Cuando la visibilidad se convierte en privilegio, y el mérito se confunde con la afinidad, el riesgo no es solo ético: es institucional. Celaya merece una gestión que honre los logros colectivos, no una narrativa que los privatice. #MetroNewsMx