Héctor de Mauleón/Redacción Editorial

-El asesinato del alcalde Juan Carlos Manso de Uruapan estuvo rodeado de una escandalosa cadena de errores y omisiones que exponen las inmensas debilidades del gobierno de Claudia Sheinbaum.
-A pesar de contar con una escolta de 14 elementos federales y agentes municipales, a Manso le dispararon siete veces sin que pudieran intervenir, mostrando fallas críticas en su seguridad.
-El atacante, un menor de 17 años, usó un arma vinculada previamente a dos asesinatos de rivales del cártel Jalisco Nueva Generación, lo que subraya la impunidad operativa del crimen organizado.
-Manso había denunciado la inexplicable salida de la Guardia Nacional de Uruapan y el llamado a Sheinbaum y Harfuch para no dejar solo al municipio en el combate a delitos federales.
-La pésima gestión de crisis de Sheinbaum al culpar a Calderón, Peña Nieto y a los "carroñeros" de la derecha y medios, desató una crisis digital con un 70% de comentarios negativos.
-En el primer año de Sheinbaum han sido asesinados 10 alcaldes (uno por mes), superando la tasa de asesinatos de presidentes municipales registrada en los primeros años de Peña Nieto y Calderón.

Héctor de Mauleón:
Antes y después de ocurrir el asesinato del alcalde de Uruapan Juan Carlos Manzo ha estado rodeado de una escandalosa cadena de errores, omisiones, tropiezos y contradicciones que revelan las inmensas debilidades y carencias del gobierno de Claudia Sheinbaum. A Manzo le dispararon siete veces sin que la escolta de 14 elementos federales que lo custodiaba ni los agentes municipales encargados de su seguridad pudieran intervenir. El atacante que oprimió el gatillo, un menor de 17 años identificado como Víctor Manuel Ubaldo Vidales, llevaba un arma que previamente había sido empleada en dos asesinatos de rivales del cártel Jalisco Nueva Generación.

Seis días antes de que el alcalde fuera asesinado la policía municipal de Uruapan detuvo a un importante líder regional del cártel Jalisco, José René Belmonte Aguilar conocido como el Rino. Para ese momento el alcalde había denunciado que la Guardia Nacional que según sus propias palabras había logrado resultados y aseguramientos muy buenos en el combate a los delitos federales había sido sacada de Uruapan sin explicación alguna.

El 8 de octubre el alcalde Carlos Manzo hizo un llamado respetuoso al gobierno de Sheinbaum y al secretario de Seguridad Pública Omar García Harfuch para que no dejaran solo al municipio en el combate de unos delitos que le tocaba a la federación atender. Tres semanas después durante la fiesta del día de muertos celebrada en la plaza principal y a pesar del dispositivo que para lavarse las manos el gobierno federal aseguró un día después de la tragedia que le había enviado, Carlos Manzo fue abatido.

Manzo se había encumbrado en los medios de comunicación por ser uno de los pocos alcaldes no solo de Michoacán sino de todo el país que no bajó la cabeza ni se arrodilló ni guardó silencio ante el brutal asedio del crimen organizado. Por el contrario desde su llegada al cargo había denunciado en todos los tonos la manera en que los grupos criminales estaban ahogando la vida de sus gobernados y la manera en que la autoridad estatal encabezada por el gobernador Ramírez Bedoya se hallaba coludida con los grupos criminales.

En un clima de polarización creciente su asesinato causó una indignación y una conmoción nacional que no había provocado ninguno de los asesinatos previos de alcaldes mexicanos. El pésimo control de daños de la presidenta Sheinbaum que en su primera declaración salió a repartir culpas entre Felipe Calderón, Enrique Peña Nieto y los buitres y y carroñeros como los llamó de la derecha y los medios de comunicación solo logró meter a su gobierno en la peor crisis digital que este ha enfrentado.

Una crisis sin precedentes acompañada de una viralización a gran escala que en las primeras 48 horas alcanzó más de 2-6 millones de menciones y tuvo una carga de comentarios negativos de casi el 70% en Facebook, Instagram, Twitter y TikTok. 

A esto se sumó la manera en que la noticia del asesinato bañó los medios de comunicación nacionales, estatales y regionales, apabullando los esfuerzos que las plumas, los "influencers" y los medios a sueldo hicieron para tratar de contener la avalancha.

La indignación colectiva lleva varios días inundando las calles de Morelia y Uruapan. Sheinbaum acusa a sus críticos de que solo les importa golpear a su gobierno y que no les importa en realidad Michoacán. Todo lo que ha hecho sin embargo es demostrar que lo que a ella le importa es la imagen de su gobierno y no la realidad que están enfrentando millones de mexicanos.

Van 10 asesinatos de alcaldes durante el primer año de su gobierno. Prácticamente han matado uno cada mes. Uno de ellos incluso fue decapitado en Chilpancingo a los pocos días de tomar el cargo. Los autores de ese crimen atroz continúan impunes un año después. 

En el primer año del sexenio de Peña Nieto asesinaron un alcalde cada dos meses. En el primer año del sexenio de Calderón mataron uno cada dos meses y medio. Como he dicho, Sheinbaum cerró su primer año con el asesinato de un alcalde cada mes. Peña Nieto terminó su sexenio con 42 presidentes municipales asesinados. Calderón con 37. López Obrador con 26. Van 119 alcaldes asesinados de 2000 a la fecha. Las cifras demuestran que la violencia política que sacude el país va en aumento.

El asesinato de Manso ha sido la gota que derramó el vaso del hartazgo y de la indignación. Por recomendación de Jesús Ramírez Cuevas en el peor momento de la crisis sacaron a la presidenta a la calle como hacía López Obrador en sus momentos críticos para exhibir su supuesta cercanía con el pueblo. La hicieron caminar en un trayecto que normalmente hacen coche y rodeada de escoltas. Cuando un ebrio se acercó a manosearla lo que se exhibió en realidad fueron las carencias de su equipo de seguridad, fue la vulnerabilidad en la que la dejaron, la vulnerabilidad en que se encuentran miles de autoridades en un país cada día más violento. #MetroNewsMx