Adela Micha/Redacción Metro News
- Alejandra Escobar lleva 19 horas varada rumbo a Morelia sin apoyo ni presencia de autoridades federales o estatales.
-El bloqueo campesino paralizó la autopista; ni Guardia Nacional, ni CAPUFE, ni gobierno estatal han intervenido.
-El gobierno ofreció 6,050 pesos por tonelada de maíz; los campesinos exigen 7,200 y no se han movido.
-Pasajeros atrapados sin comida, sin información y sin señal; sobreviven con lo que otros viajeros reparten.
-ETN no informó del bloqueo antes de abordar; los pasajeros quedaron atrapados sin opción de decidir.
-La presidenta no mencionó el conflicto en la mañanera, pero sí publicó un video de baile viral.
-“Sin maíz no hay país”, dijo la presidenta; hoy, sin acuerdo, hay ciudadanos varados y sin respuesta.
-El autobús de Alejandra se detuvo a las 3 p.m. del día anterior y no ha avanzado ni un metro.
-El aire acondicionado se apagó durante la noche; los pasajeros exigieron ventilación para no asfixiarse.
-CAPUFE se deslindó del tramo bloqueado; nadie verifica el estado físico de los ciudadanos atrapados.
-La caseta fue tomada desde mediodía, pero ETN permitió abordar sin advertir a los pasajeros.
-Alejandra viaja por motivos médicos; su trayecto de 4 horas se convirtió en una espera de casi un día.
-La zona del bloqueo es conocida por violencia; los pasajeros temen asaltos sin presencia de seguridad.
-“No hay acuerdo, no hay acción, no hay autoridad”, resume Alejandra tras horas de incertidumbre.
-La protesta campesina revela el abandono institucional: ni el campo ni los ciudadanos reciben respuesta.
Lo que comenzó como una protesta legítima por el precio de garantía del maíz se ha convertido en una radiografía del abandono institucional. El testimonio de Alejandra Escobar, directora editorial de *Etcétera*, atrapada durante más de 19 horas en un autobús rumbo a Morelia, revela no solo el impacto logístico del plantón campesino, sino la profunda desconexión entre el gobierno y la ciudadanía.
La escena es clara: cientos de pasajeros varados en la carretera, sin alimentos, sin información, sin presencia de autoridades. Ni Guardia Nacional, ni Capufe, ni gobiernos estatales. Un trayecto de cuatro horas se convirtió en una odisea de casi un día, con personas comiendo cuernitos repartidos por otros viajeros, sin acceso a servicios básicos, sin certezas, sin Estado.
Pero el problema no es solo logístico. Es político, ético y estructural. Los campesinos exigen un precio justo: 7,200 pesos por tonelada de maíz. El gobierno ofrece 6,050. La diferencia no es menor: es la línea entre sembrar o abandonar la tierra. Y mientras el campo se planta, el gobierno se ausenta. La presidenta no menciona el tema en la mañanera, pero sí comparte un baile viral. El gobernador de Michoacán publica un video tres horas después de que el secretario de Agricultura ya había sido desmentido por los propios productores.
La narrativa oficial se desmorona frente a la realidad. No hay acuerdo, no hay diálogo, no hay atención. Y lo más grave: no hay sensibilidad. Alejandra Escobar lo dice con claridad: “La presidenta decía que sin maíz no hay país. Pues si no pueden llegar a un acuerdo, no sé cuántas horas más vamos a pasar aquí los ciudadanos”. El campo exige justicia, y la ciudadanía exige respeto.
Este bloqueo no es solo una protesta rural. Es un espejo de lo que ocurre cuando el Estado deja de escuchar. La falta de comunicación, la negligencia institucional y el desprecio por el sufrimiento cotidiano son síntomas de una crisis más profunda. El país está varado, no solo en la carretera, sino en su capacidad de responder con humanidad y eficacia.
La empresa de transporte ETN, como otras, tampoco informó a sus pasajeros sobre los bloqueos. La caseta estaba tomada desde mediodía, pero los autobuses salieron igual. ¿Por qué? Porque el silencio se ha vuelto norma. Porque la desinformación es parte del paisaje. Porque nadie quiere asumir responsabilidades.
Y mientras tanto, los pasajeros duermen poco, comen menos, y esperan. Esperan que alguien haga algo. Esperan que el gobierno entienda que gobernar no es administrar el desgaste, sino prevenirlo. Esperan que el campo sea escuchado, que el precio del maíz sea justo, que el país no se construya sobre la indiferencia.
Este testimonio no es una anécdota. Es una advertencia. Si el gobierno sigue apostando al olvido, al espectáculo y al control narrativo, el país seguirá varado. Y no habrá baile viral que lo salve.
Fuente original del testimonio: entrevista de Alejandra Escobar en *La Saga* con Adela Micha, octubre 2025.

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