La Saga
-La presidenta Claudia Sheinbaum aplaude a la Marina mientras enfrenta el mayor escándalo de corrupción en su historia.
-El huachicol fiscal podría costar al país 200 mil millones de pesos al año, superando la estafa maestra y el caso Segalmex.
-La Marina atraviesa una crisis de confianza tras revelarse redes criminales en aduanas y puertos, ligadas a altos mandos.
-Siete muertes de marinos y agentes fiscales apuntan a una trama de asesinatos para encubrir el modus operandi del fraude.
-La Fiscalía y la Marina denuncian el cártel de los sobrinos, pero los implicados pertenecen a las filas de la 4T.
La presidenta Claudia Sheinbaum está entre la espada y la pared. Por un lado, ayer tuvo que celebrar y aplaudir al Ejército y a la Marina en el desfile militar. Habló de la independencia y de la soberanía nacional. Y así lleva semanas tratando de decir desde las mañaneras que los escándalos al interior de la Marina son excepcionales, que son casos aislados.
Pero por el otro lado está obligada a reconocer que esa misma Marina a la que defiende se corrompió y es responsable de uno de los escándalos de corrupción y de las tramas criminales más grandes de la historia de este país: el huachicol fiscal. En público, los aplausos y las felicitaciones; pero de fondo, los arrestos y las carpetas de investigación que están ahí. Y no, no es un escándalo menor ni parece ser un caso aislado.
Algunas fuentes señalan que el huachicol fiscal le cuesta al país alrededor de 200 mil millones de pesos cada año. Se trataría de la red de corrupción más grande de la historia de México. Es un escándalo mucho más costoso que el de la estafa maestra, que fue de poco menos de 8 mil millones de pesos, y más grande incluso que el desvío de Segalmex, que nos costó alrededor de 15 mil millones de pesos.
Quizá lo más grave no es solo el costo económico, sino el precio político que el huachicol fiscal está provocando. La imagen de la Marina atraviesa una crisis de confianza como nunca antes. Una institución que había sido sinónimo de honor y confiabilidad corre el riesgo de convertirse en símbolo de corrupción y criminalidad.
Y no lo digo yo, lo dicen las investigaciones, lo dicen los expedientes que existen en la Fiscalía General de la República contra Roberto y Fernando Farías Laguna, sobrinos políticos del exsecretario de Marina, Rafael Ojeda, quienes armaron una red criminal en aduanas y puertos. Y por si fuera poco, en las últimas semanas se ha destapado una posible trama de asesinatos contra testigos clave de los escándalos de corrupción de la Marina.
Un thriller. Siete muertes de marinos, personal de aduanas, agentes de la fiscalía vinculados a esta red criminal. Cada día sabemos más del modus operandi: primero introducen combustible de manera ilegal al país, después asesinan a los testigos para no dejar cabos sueltos.
En su discurso de ayer, la presidenta no dijo nada sobre el huachicol fiscal ni se refirió a los escándalos de la Marina. Prefirió que el trabajo duro lo hiciera el actual secretario de Marina, Raimundo Pedro Morales. Él no pudo quedarse callado. Salió a defender la imagen y el trabajo de la Marina, pero también tuvo que reconocer públicamente el legado de corrupción y podredumbre heredado del sexenio anterior.
Sus palabras no dejaron lugar a dudas. Tuvo que desmarcarse de la red criminal, dar un golpe de timón ante los malos manejos de la administración pasada. Fue mediante un ejercicio de sabiduría, sensatez, congruencia y humildad que pusieron ante la ley, la conciencia y el escrutinio de los mexicanos actos reprobables que no definen a la institución, pero que podían enquistarse y dañar al pueblo.
Fue muy duro aceptarlo, pero hubiera sido mucho más y absolutamente imperdonable callarlo. Así, el mal tuvo un fin determinante. En la Marina no encontró lugar ni abrigo. Fueron ellos mismos quienes dieron el golpe de timón, porque la lucha contra la corrupción y la impunidad son parte central de la transformación.
Sí, fueron ellos mismos, la Marina y el actual gobierno de la presidenta Sheinbaum, quienes denunciaron y desmantelaron esta red de huachicol fiscal. Pero también tienen razón los opositores cuando dicen que los responsables de esta red de corrupción están dentro de casa, en las filas de la Cuarta Transformación. Ya no pueden echarle la culpa ni al PAN, ni al PRI, ni a los gobiernos anteriores. Fueron ellos.
El expresidente López Obrador le dio a las fuerzas armadas el control de las aduanas, los puertos y los aeropuertos. El exsecretario de Marina no quiso investigar ni procesar a los implicados en esta red criminal que ahora es conocida como el cártel de los sobrinos. Y a diferencia de lo que dice la presidenta Sheinbaum, más que casos aislados, esto parece un problema sistemático y estructural, amparado por la gente más poderosa del país.
Cincuenta y cinco empresas implicadas, ocho puertos usados como puertas de entrada del fraude. El Estado mexicano estaba secuestrado para traficar combustible. Y hay otros casos igual de graves o incluso peores. El viernes pasado detuvieron en Paraguay al exsecretario de seguridad de Tabasco, Hernán Bermúdez Requena, acusado de haber fundado y liderado La Barredora, un grupo criminal extremadamente sanguinario ligado al Cártel Jalisco Nueva Generación.
Este es otro caso más en el que autoridades de altísimo nivel operaron una red de crimen organizado. No solo les dieron abrazos a los criminales, los cobijaron, los sumaron al gobierno, los dejaron hacer negocios y los hicieron con ellos.
Puede que la extradición de Bermúdez Requena tarde semanas o meses, pero la pregunta que muchos se hacen es si estará dispuesto a declarar en contra del senador Adán Augusto López, quien fue gobernador de Tabasco y secretario de Gobernación del expresidente López Obrador. Aunque las autoridades todavía no se atreven a investigar tan alto.
Ya hay dos exsecretarios de Estado del sexenio pasado que, pensándolo bien, se hicieron de la vista gorda o colaboraron activamente con los criminales.
Que quede claro: nada de esto es producto de investigaciones periodísticas. Eso ocurrió antes. Esta vez ha sido la propia Fiscalía General de la República y los nuevos mandos de la Marina quienes han denunciado este cártel que nació, creció y proliferó desde el gobierno. Esta información está contenida en los propios expedientes de la fiscalía.
Se nos dijo que teníamos un sistema de salud mejor que el de Dinamarca. Mentira. Se nos dijo que la corrupción y el huachicol se habían terminado. Mentira. Miles de millones de pesos tirados a la basura. Miles de millones que bien podrían haber servido para los enfermos, para mejorar las escuelas, para atender la violencia, y que terminaron en los bolsillos de una élite corrupta.
Lo que está saliendo a la luz es que López Obrador permitió que brazos enteros del Estado mexicano fueran secuestrados por los delincuentes. La presidenta Sheinbaum ya abrió la puerta a las investigaciones, pero la pregunta es si tendrá la fuerza para indagar y llegar hasta el fondo, para vencer las resistencias políticas que siguen dentro del gobierno y para no ser parte del pacto criminal que ella misma destapó.
Y para hacer el trabajo de fondo que se requiere para que escándalos como este no se repitan. Yo soy Adela Micha. #MetroNewsMx
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