Las fichas ya están bien dispuestas en el tablero. Del lado del Gobierno, la presidenta Sheinbaum tiene más poder y más instrumentos que en toda la historia de México para hacerle frente al crimen organizado. Mientras agoniza, el Cártel de Sinaloa continúa haciendo crecer su espiral de violencia.
Y, en Chicago, Ovidio Guzmán amenaza con romper el silencio y declarar contra los narcotraficantes y los funcionarios más poderosos de México.
Nos hallamos ante el surgimiento de un nuevo paradigma de seguridad, ante el derrumbe del Cártel de Sinaloa como lo conocíamos y, lo más interesante, ante la inminente caída de los políticos que lo protegieron.
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