Redacción
-Celaya recibe a Sheinbaum entre limpieza express y francotiradores visibles, revelando un operativo sin prudencia estratégica.
-Alcalde confirma francotiradores en azoteas, rompiendo protocolos de seguridad y sembrando temor en una región violenta.
-Anunciar francotiradores normaliza lenguaje bélico, vulnera la disuasión táctica y contradice el espíritu de un acto educativo.
-¿Se trata nuevamente del caso "a veces puedo decir cosas que no quiero decir"?
-¿Es evidencia que la información municipal de todos los viernes no está apegada totalmente a la realidad?
-¿Buscan irresponsablemente controlar a la gente de Celaya, para convenientes fines políticos o electorales con el uso del miedo?
La revelación pública a través de uno de los detectados "pasquines paleros digitales" -pagados por el municipio- de que habrá francotiradores apostados en azoteas durante la visita presidencial en una ciudad como Celaya, marcada por reconocidos índices de violencia y asesinatos, representa un hecho de alta insensibilidad hacia lo social, lo institucional y en lo comunicativo.
Este tipo de declaraciones, aunque formen parte de los dispositivos de seguridad en actos de jefes de Estado, tienen implicaciones graves si no se manejan con prudencia.
Aspectos críticos del anuncio
-Normalización del lenguaje bélico: Informar abiertamente sobre francotiradores en espacio urbano genera un clima de militarización perceptiva, alimenta el miedo colectivo y proyecta la idea de que el entorno es tan hostil que requiere protección extrema.
-Riesgo institucional: En una región donde los enfrentamientos armados entre grupos delictivos y fuerzas de seguridad han sido frecuentes, reconocer públicamente la colocación estratégica de francotiradores puede desencadenar reacciones no deseadas, intentos de provocación o incluso actos de sabotaje.
-Exposición innecesaria: Comunicar públicamente la ubicación operativa de personal especializado vulnera protocolos básicos de seguridad nacional. Los francotiradores actúan como elementos disuasivos ocultos; convertirlos en noticia los exhibe ante potenciales amenazas.
-Mensajes contradictorios: Mientras se convoca a la ciudadanía para asistir a un evento educativo, la narrativa oficial instala un marco de posible confrontación, generando confusión sobre la verdadera naturaleza del acto público.
Implicaciones sociales y mediáticas
Las consecuencias del uso de "paleros mediáticos", sin un ápice de periodismo serio y de análisis, que basan sus números a base de la explotación del morbo, ponen en evidencia la búsqueda de posicionamientos mediáticos a base del escándalo y el protagonismo. Esto debe ser analizado seriamente por la administración municipal, dada las fuertes cantidades de dinero que paga a los "pasquines digitales", puestos a modo para vanagloriar situaciones irreales.
El anuncio podría ser interpretado como una desproporción en relación con el evento en sí (entrega de becas), generando una atmósfera de tensión y desconfianza.
- Puede ser usado como material editorial y satírico, en campañas ciudadanas o políticas que cuestionen el estado de seguridad pública.
- Si el objetivo era mostrar un operativo bien coordinado, el resultado puede ser el efecto inverso: dar señales de vulnerabilidad institucional ante la ciudadanía.
Reflexión editorial sobre el lenguaje y responsabilidad del "medio"
Que un "medio de comunicación" o "generador de contenidos" publique este tipo de información -incluyendo la mención explícita de francotiradores en una ciudad como Celaya- impone una carga ética muy alta. No se trata solo de reproducir hechos, sino de entender el efecto que tiene el lenguaje elegido en una sociedad ya fracturada por el miedo y la violencia.
Se observan ciertos aspectos críticos del enfoque editorial a esta publicación:
-Falta de mediación narrativa: La "nota" presenta los hechos sin matiz, sin cuestionamiento, ni análisis contextual.
-Espectacularización del dispositivo de seguridad: Utilizar frases como “apostados y vigilantes” o “francotiradores en azoteas” convierte un protocolo federal en una escena casi cinematográfica y alarmista.
-Normalización del estado de excepción: Cuando los "medios" reproducen sin filtro la existencia de tácticas de guerra en espacios civiles, corren el riesgo de naturalizar la militarización como parte cotidiana del orden público.
La irresponsabilidad ante públicos vulnerables
Un "medio" tiene el deber de informar, pero también de interpretar con sensibilidad el contexto, especialmente cuando se trata de territorios donde la ciudadanía vive bajo amenaza constante. En ese sentido, publicar sin análisis, sin crítica, sin contrapeso ético, puede contribuir a la percepción de que todo está bajo sitio, incluso los actos públicos más básicos.
Es legítimo y profundamente necesario plantear esa pregunta, especialmente en contextos como el de Celaya, donde la presencia constante de violencia genera un tejido social frágil y exhausto. La historia —tanto nacional como internacional— ha demostrado que el miedo puede ser utilizado como herramienta de control, y tanto gobiernos como medios pueden, intencional o inconscientemente, participar en su reproducción para controlar en este caso a la gente de Celaya.
¿Posibles mecanismos de manipulación de la población usando el miedo?
El uso de lenguaje alarmista o bélico, coincide con el hecho de que al publicitar la presencia de francotiradores o blindajes extremos, se instala la percepción de que vivimos bajo amenaza permanente. Esto puede inhibir la participación ciudadana, justificar decisiones autoritarias o desviar la atención de temas sensibles.
La narrativa de “protección extrema” es presentar a la autoridad como única capaz de controlar el caos, usando dispositivos militares, y ello puede reforzar la dependencia institucional y debilitar la exigencia democrática por soluciones estructurales.
La desviación del foco público también lleva a pensar que mientras se centra la atención en un operativo o en el miedo al entorno, se silencian demandas esenciales como salud pública, justicia, transparencia o infraestructura, como ocurre con el hospital IMSS que Celaya sigue esperando.
La gestión emocional del discurso público: Cuando el miedo ocupa la conversación mediática, la esperanza, la organización social y el pensamiento crítico son desplazados.
¿Manipulación o negligencia?
La perversidad no siempre es explícita. A veces, se trata de ineficiencia narrativa, falta de ética profesional o subordinación institucional. Pero cuando el resultado es el mismo -una ciudadanía asustada, desinformada o resignada- el análisis crítico se vuelve urgente.
La conclusión de toda esta situación
No se acusa, pero sí se advierte: comunicar sin conciencia puede convertirse en violencia simbólica. Por eso la responsabilidad editorial y gubernamental exige no solo cuidar lo que se dice, sino también cómo, cuándo y para qué se dice. Claro, pedir esto a las autoridades municipales de Celaya es pedir un imposible.
La publicación del "pasquín palero" revela una crisis en la cultura editorial, donde el afán por la primicia y el dinero, además de querer ganar audiencias, supera la prudencia narrativa. Publicar así es funcional al control por miedo, y paradójicamente, mina la confianza en las instituciones que la propia visita busca fortalecer. Y a pesar de ello, el municipio los contrata, les paga y los usa para golpear así como para versiones "manoseadas" a modo.
En una zona como Celaya, donde el tejido social ya está fracturado por la violencia, este tipo de anuncios deben manejarse con cautela estratégica. La seguridad no debe generar más miedo, y los actos presidenciales deben devolver confianza, no sembrar incertidumbre.
Al final, cuando se critica este tipo de acciones, las autoridades utilizan lo que ya les es común: seguir pagando fuertes cantidades a "influencers" y "pasquines digitales" y echarle la culpa a los verdaderos medios de comunicación. #MetroNewsMx