Adela Micha/La Saga/Redacción Editorial Metro News
-La presidenta Sheinbaum exhibe una rudeza y un tono confrontativo sin precedentes contra manifestantes, contrastando con su tibieza frente a cárteles y criminales.
-La actitud de la presidenta demuestra soberbia y desinterés por escuchar el "enojo legítimo" de la ciudadanía, priorizando la descalificación sobre la atención a problemas.
-La insistencia de Sheinbaum en "no rajarse nunca" en realidad enmascara su falta de disposición para dialogar y enfrentar la crítica social legítima.
-La Fiscalía de la Ciudad de México eleva los cargos contra manifestantes (homicidio en grado de tentativa), marcando una peligrosa escalada de represión política.
-Las protestas de la Generación Z y el Movimiento del Sombrero exigen paz, alto a la corrupción e investigación de políticos ligados al narco.
-El tono de las autoridades, al replicar ataques verbales, solo genera consecuencias peligrosas como polarización social, censura y desatención de problemas reales.
-En lugar de resolver la crisis desatada por el asesinato de Carlos Manzo, las respuestas de la presidenta agravan la polarización y el conflicto político.
-La inestabilidad interna y la crisis de seguridad atrajeron la atención de Donald Trump, quien reitera su amenaza de intervenciones militares en México.
-La lucha contra la inseguridad y las protestas se convirtieron en un asunto de partidos, donde el oficialismo y la oposición solo se culpan mutuamente.
-La editorial cuestiona la objetividad de la Fiscalía al endurecer acciones contra el Bloque Negro solo ahora, sugiriendo una posible intención política oculta.
Editorial: El fracaso de la soberbia y el precio de la sordera en Palacio
La aparición de la presidenta Claudia Sheinbaum en la "mañanera" con un lenguaje inusualmente confrontativo y retador marca un punto de inflexión peligroso en la relación entre el gobierno y la ciudadanía. Su discurso de "aquí no nos vamos a rajar nunca" no fue dirigido a los líderes de los cárteles que tienen al país en vilo —como el Cártel Jalisco Nueva Generación o el de Sinaloa—, ni a los políticos señalados por corrupción, sino directamente a los manifestantes, jóvenes y ciudadanos que salieron a marchar el sábado pasado.
Esta rudeza, que no se ha visto con los peores criminales, se dirigió a quienes, en el fondo, exigían paz, justicia, lucha contra la delincuencia y un alto a la corrupción, demandas que son, en esencia, exigencias del pueblo que la presidenta dice representar.
La peligrosa geometría de la confrontación
El análisis de la prensa es contundente: cuando se tiene que presumir la fuerza, es porque la fortaleza flaquea. La actitud de la presidenta es interpretada como soberbia y una absoluta falta de disposición para escuchar el enojo legítimo de la gente dolida y preocupada. El hecho de que la presidenta dedique más tiempo a condenar y descalificar la protesta que a intentar resolver las problemáticas de fondo, solo evidencia una preocupante sordera política.
El costo de esta postura se ve reflejado en la espiral de violencia y polarización, en hechos tales com que la Fiscalía de la Ciudad de México anunció cargos graves, incluyendo homicidio en grado de tentativa contra algunos de los detenidos. Este endurecimiento judicial inédito contra manifestantes, incluso contra el Bloque Negro, levanta la sospecha de que se trata de un mensaje político para disuadir futuras protestas, contraviniendo el principio de manifestación pacífica.
El tono de descalificación que ha caracterizado a la administración, replicado ahora por la presidencia, conduce a una sociedad polarizada, incapaz de dialogar y a la desatención de los problemas reales, como el asesinato de Carlos Manzo y la inseguridad crónica.
La crisis interna y la respuesta del gobierno ya tuvieron eco internacional. La manifestación y la violencia policial llegaron a oídos del presidente Donald Trump, quien aprovechó la oportunidad para reiterar su amenaza de intervenciones militares en México bajo el pretexto de combatir el narcotráfico, evidenciando el grave riesgo geopolítico que genera la inestabilidad interna.
La presidenta Sheinbaum, con su indiferencia y confrontación, lejos de resolver la crisis política, la está agravando. En este entorno, la lucha contra la inseguridad y la corrupción se ha disuelto en una discusión estéril de partidos, donde PRI, PAN y Morena se limitan a culparse mutuamente de ser violentos o negligentes, mientras que las víctimas y los desaparecidos son relegados a un segundo plano.
En política no existen los "nuncas" ni los "siempres", pero la historia enseña que la soberbia se paga. La urgencia nacional no es silenciar a los manifestantes, sino enfrentar con la misma rudeza discursiva y mayor firmeza ejecutiva a los verdaderos generadores de violencia y corrupción. El pueblo de México exige respuestas, no descalificaciones.
La transcripción del editorial de Adela Micha
Claudia Sheinbaum - Declaración citada/Mañanera:
¿Creen que nos van a debilitar? ¿Qué van a debilitar a la presidenta por lo que gritan? No, más fuerte es hoy, más fuerte. ¿Ustedes creen que esos gritos y leperadas me van a hacer algo? No, que estamos fuertes, con el pueblo, fuertes, muy fuertes. Claro, habrá gente que no le caigo bien, bueno, tampoco pasa nada, ¿verdad? Pero nosotros estamos dedicados a trabajar y con la fuerza que nos da el pueblo. Esa, aquí no nos vamos a rajar nunca, es el pueblo, el pueblo, el pueblo y el pueblo. Aquí no nos vamos a rajar nunca.
Adela Micha:
Las palabras de la presidenta Claudia Sheinbaum en la mañanera de ayer. Yo nunca la había visto usar un lenguaje así, la verdad, tan confrontativo, tan retador. Pero lo que llama particularmente la atención, al menos a mí, es que no le estaba hablando a criminales, ni a narcotraficantes. No le estaba respondiendo al Cártel Jalisco Nueva Generación ni tampoco al Cártel de Sinaloa, que traen en vilo, traen en vilo a buena parte del país. No, no, no, se refería a criminales del gobierno como Hernán Bermúdez Requena o a los hermanos Roberto y Fernando Farías Laguna. No, tampoco. Ni en los debates políticos cuando era candidata hablaba así.
Esa rudeza que no le hemos visto con los peores criminales estaba dirigida contra manifestantes, contra quienes marcharon, protestaron en la marcha del sábado pasado. Estaba dirigida a jóvenes y al pueblo que ella dice representar.
¿Qué caray, presidenta? Dijo que no la van a debilitar y que ella es más fuerte. Se le veía desencajada. Cuando tienes que presumir la fuerza, dicen, "es porque no estás tan fuerte". Cuando alzas la voz de ese modo es porque no estás dispuesto a escuchar.
La presidenta insistió en que no se va a rajar nunca, pero se le olvida que en política no hay "nuncas", tampoco hay "siempres". Que en la vida la soberbia se paga, y que eso que ella llama rajarse es, esta vez al menos, no es otra cosa más que escuchar el enojo legítimo de la gente. Está dolida, está preocupada la gente.
Es importante, es relevante, porque más allá de las provocaciones que por supuesto hay que condenar, las demandas de la Generación Z, del movimiento del sombrero, de quienes se sumaron y siempre se suman a las marchas, tienen que ser tomadas en serio. Paz, lucha contra la delincuencia, ponerle un alto a la corrupción, investigar y procesar a los políticos vinculados al narcotráfico, pues son exigencias del pueblo, presidenta.
Es muy significativo que haya más dureza contra los ciudadanos que se manifiestan que contra los propios delincuentes, ¿no? ¿Por qué se le dedica más tiempo a condenar las demandas que a intentar resolverlas? No, no entiendo.
Y lo malo de estos discursos es que se replican en todos los niveles. Si algo dejó claro López Obrador es que los ataques verbales contra la prensa, contra sus opositores, contra las instituciones, contra ciudadanos, tienen consecuencias bien peligrosas: periodistas censurados y asesinados, la desaparición de organismos democráticos, una sociedad polarizada, incapaz de escucharse y de dialogar, y por supuesto, la desatención de los verdaderos problemas.
Y prueba de estos excesos por parte del poder es que ayer la Fiscalía de la Ciudad de México anunció que de las personas detenidas, de las veintinueve personas detenidas en la marcha, dieciocho adultos fueron puestos a disposición del Ministerio Público. A varios los van a procesar por robo, resistencia de particulares y lesiones. A tres de ellos los van a procesar por homicidio en grado de tentativa.
¿Qué cambió de marchas anteriores a la del sábado? Pero que quede bien clarito esto, siempre vamos a condenar la violencia, porque nada, absolutamente nada la justifica. Las provocaciones, las agresiones, el vandalismo de la marcha del sábado deben ser castigados, así de simple, así de claro.
Cada movilización vemos a los mismos integrantes del bloque negro y ya es hora de que se les ponga un alto. Está bien, y la presidenta tiene razón cuando dice que cualquier manifestación tiene que ser pacífica, suscribimos absolutamente. Pero lo que también es cierto es que algo ya cambió, porque hay ahora esta dureza de procesar a los agitadores como homicidas en grado de tentativa. Parece también un mensaje, un mensaje en contra de opositores, porque la presidenta le ha dedicado, insisto, más tiempo a descalificar las marchas, a descalificar a los manifestantes, que a solidarizarse con los problemas que buscan resolver.
Si esa es la tónica de las autoridades, pues yo me pregunto, ¿por qué es la primera vez que vemos algo parecido? ¿Por qué no han actuado de manera similar en manifestaciones y marchas anteriores? ¿Por qué cuando eran oposición no condenaban la violencia contra los policías? ¿Realmente están siendo objetivos o hay una intención política entre líneas?
Cómo era de esperarse, pues el caso ya se está hablando por todos lados, ¿no? Por ejemplo, Alejandro Moreno, líder nacional del PRI, puso a los abogados del partido a disposición de los detenidos de la marcha. Y luego, por eso, pues sí, la oposición se sube, ¿no?, para ayudarlos a enfrentar los procesos legales en su contra.
El gobierno de la Ciudad de México ya inició investigaciones administrativas contra dieciocho policías por violaciones al protocolo, que lo hay, un protocolo de actuación, como el uso excesivo de fuerza. Lo cierto es que con su indiferencia, con el tono de sus respuestas, la presidenta Sheinbaum, en lugar de resolver la crisis política, a mí personalmente me parece que la está agravando.
Es así que las movilizaciones del sábado pasado ya llegaron a Estados Unidos, a toda la prensa internacional, a oídos del presidente Trump, quien aprovechó la oportunidad para manifestar su enojo contra México y para reiterar sus deseos de hacer intervenciones militares en nuestro país.
Prensa/Donald Trump - Declaración citada en Español:
¿Lanzaría ataques en México para detener las drogas?
Está bien para mí. Lo que sea que tengamos que hacer para detener las drogas. México es... miren, miré la Ciudad de México durante el fin de semana, hay grandes problemas allí. Eh, si tuviéramos que hacerlo, ¿haríamos allí lo que hemos hecho en las vías fluviales? Saben, ya casi no entran drogas por nuestras vías fluviales. No tenemos a nadie entrando por nuestra frontera sur. ¿Lo harías solo con el permiso de México? No respondería a esa pregunta. Eh, he estado hablando con México. Ellos saben cuál es mi postura. Estamos perdiendo a cientos de miles de personas por las drogas. Así que ahora hemos detenido las vías fluviales, pero conocemos cada ruta. Conocemos cada ruta. Conocemos las direcciones de cada capo de la droga. Conocemos su dirección. Conocemos su puerta principal. Lo sabemos todo sobre cada uno de ellos. Están matando a nuestra gente. Eso es como una guerra. ¿Lo haría? Estaría orgulloso de hacerlo. Hemos perdido a cientos de miles de personas.
Adela Micha:
En los últimos días hemos visto crisis importantes. Por un lado, el problema de inseguridad que vive el país y que provocó el asesinato de Carlos Manzo. Por otro lado, la sordera de una presidenta que lejos de apagar los incendios, les está echando gasolina. A mí me parece una fórmula muy peligrosa. Yo soy Adela Micha. #MetroNewsMx

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